No sé si soy yo la que invento la noche o es la noche la que me inventa a mí en este abismo de palabras que llueven sobre mis pensamientos, cuando, sin casi advertirlo, me coloco sobre la página en blanco y dejo que sea la vida la que me susurre algunas cosas que contar. Reflexiono y me pregunto si estos aconteceres que suceden a mi alrededor, sucesos fugaces, a veces inconexos, como la paloma sobre el alféizar y la disputa de una pareja en otra vivienda cercana, serán eso que llaman vivir, y entonces me pregunto si no estaré en ese momento actuando de mero espectador, si en realidad la vida se disfruta más siendo testigo que perpetrándola. En mi caso creo que a veces es así. No me puede parecer tan ajeno el día si lo intento saborear desde las pequeñas cotidianidades que me rodean, incluso cuando me suceden a mí. Es un truco que aprendí hace tiempo, la distancia es la única manera de disfrutar de algo plenamente, desde todos sus ángulos, y una vez logramos la distancia, la vida se nos plantea diferente, con esa lucidez que no tenemos cuando descansa sobre nuestros hombros.
En esos momentos en los que ella, tan lasciva e impresentable, te impone su ley y no hay escapatoria aparente, acaba por ir cediendo terreno y al final logramos ir dominando las situaciones. Supone un gran esfuerzo al principio, todo requiere su tiempo, pero con la práctica, vivir se me antoja mucho más interesante. Esto es lo que voy pensando al tiempo que me imagino en otro lugar y con otras personas, preguntándome si de esta manera sería más feliz o tendría una vida mejor. Una vez me dijeron que cambiar cosas en el exterior ayuda a cambiar el interior, pero no creo que eso sea cierto del todo a menos que uno esté dispuesto a hacerlo, asumir cambios externos de tu vida y también asumir actitudes interiores nuevas. Quizás esta sería una de las claves para encontrar lo que buscamos cuando indagamos en el sentido de nuestra propia existencia, o quizás sea mejor aferrarnos a nuestros cimientos sin plantearnos cambios. Yo soy de la opinión de que los cambios siempre son positivos para el crecimiento interior, pero no siempre hay cambios buenos. Suele ocurrir que como humanos que somos nos equivoquemos. Por eso escribo, para inventarme la vida.
Metamorfosis de la vida
Metamorfosis, Chiado editorial, 2017
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